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La mala educación produce improductividad

Javier Marzal, 09-09-2015.     Artículo en PDF

La mala educación conlleva la falta de respeto hacia los demás y ésta perjudica la colaboración.

 

 

En este verano he tenido la desagradable y habitual experiencia de oír a unos niños chillando en lugares públicos ante la indiferencia de los padres por las molestias que estaban ocasionando. Esta práctica de molestar a los demás, consciente o inconscientemente, supone una falta de respeto y ésta es la causa de la mayoría de los males de la economía y de la sociedad.

La falta de respeto hace que las personas no sean respetables y esto origina el desprecio de los unos hacia los otros. Si no respetamos a los demás, no podemos confiar en ellos y la colaboración profesional y social requieren de la confianza en los demás. Si no confiamos en los demás tenderemos a hacer nosotros mismos todo lo que necesitemos y de esta forma, no nos beneficiamos de los conocimientos de los demás ni de su mayor productividad en sus áreas de conocimiento, por lo que perjudicamos nuestra vida y limitamos el crecimiento profesional de los demás.

Precisamente la historia del mayor crecimiento económico, tecnológico, científico, cultural y social de la historia, durante la Era industrial, se basó en la división del trabajo que se basa en confiar en que otros hagan mejor que nosotros un trabajo por su especialización (conocimientos, experiencia y medios específicos). Por el contrario, la falta de progreso de la mayoría de la población mundial y de los países latinoamericanos que son los menos desarrollados de Occidente, se debe a la falta de esta confianza colectiva que deriva, en última instancia de la mala educación (entorno social, enseñanza reglada, cultura y corrupción institucional sistémica).

Las personas con menor nivel de conocimientos, tienen problemas para coordinarse con otros que parten del egocentrismo. En este sentido, resulta falsa la idea de que en Occidente hay demasiado individualismo porque ha sido la colaboración, primero industrial, y después empresarial en las grandes organizaciones, las que han proporcionado el progreso occidental y, por el contrario, ha sido la despreocupación por los demás o baja responsabilidad social, en definitiva, el egocentrismo, el que ha impedido el progreso en el resto del mundo.

La mayoría de los trabajadores sienten un cierto desprecio hacia sus jefes por considerar que ganan mucho, saben y trabajan menos que ellos y comprenden poco su trabajo. En el otro lado, los jefes suelen tener un cierto desprecio hacia la mayoría de sus subordinados por la falta de interés socioprofesional de la mayoría de éstos, reflejado en su falta de crecimiento y proyección profesionales. Ambas partes suelen tener bastante razón, pero este sentimiento de desprecio es improductivo.

En España, los emprendedores se quejan de la falta de confianza de su público objetivo en su propuesta por el hecho de ser nueva, entrando en una situación imposible en la que no se consiguen clientes por no tener clientes previos.

La falta de respeto hacia el prójimo y el desprecio, está en la base de que exista una diferencia salarial excesiva que perjudica la economía. Los abusos y las estafas que forman parte de las prácticas empresariales y sociales, también derivan de la falta de respeto hacia el prójimo.

La educación en cuanto al respeto hacia los demás es más productiva que la falta de este tipo de educación.

La educación psicosocial, el respeto hacia los demás, la colaboración y el trabajo en equipo, son principios de la Nueva Conciencia, del Nuevo Orden Mundial (no conspirativo) y del Nuevo Management; es decir, de los modelos de la actual Era de la información.

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