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Inicio de año, inicio de retos

Carmen Fiestas , 09-01-2014.     Artículo en PDF

Muchas personas comienzan el año con nuevos retos que afrontar. Veamos algunos pros y contras que nos podemos encontrar.

 

 

El cambio de año es una fecha que muchas personas eligen para hacer algún tipo de cambio o comenzar con nuevos retos, generalmente de mejora o de cambios sustanciales, en algunos ámbitos de su vida. También las empresas suelen elegir esta fecha para incorporar cambios en su Compañía.

Expertos en marketing también la eligen para hacer campañas más agresivas hacia el mercado, pues es un momento en que el mercado es más susceptible de invertir en un mayor consumo, pues existe una predisposición emocional mayor.

Para muchos, estas fechas coincidentes con celebraciones navideñas, están asociadas a recuerdos emocionales enlazados con aspectos familiares y también con creencias heredadas de una cultura religiosa a los que se han atribuido lemas de paz, amor, prosperidad y salud, que se traducen en buenos deseos hacia uno mismo y hacia los demás, que se expresan con la “generosidad” con la “solidaridad” y con otro orden de excesos relacionados con una autoatribución de premios para compensar los esfuerzos realizados a lo largo del año. Una búsqueda de placer en general,  lo que en términos comerciales se corresponde con encontrar un mercado con mayor predisposición a la compra de productos o servicios tanto de necesidad como de todo lo contrario, artículos cuyo propósito no es tanto su utilidad práctica sino la utilidad de mostrar nuestro cariño, afecto o agradecimiento a otras personas de nuestro entorno.

Muchos lectores reconocerán con facilidad esto que les digo, también reconocerán que hemos atribuido a los objetos aquellas cuestiones afectivas que debiéramos haber mostrado mediante acciones, y también algunos me reconocerán que este exceso en la búsqueda de una “felicidad” basada en el consumo les trae de vuelta la realidad que pretendemos mejorar, es decir, cenas o comidas de gala de hermandad y amor pero con unas relaciones que siguen siendo problemáticas o están deterioradas y no van a mejorar con el compromiso de compartir una cena o comida, el deseo de salud para todos se convierte en tener que pasar el resto del año haciendo dieta para restablecer nuestro peso, el deseo de ser agraciado con la prosperidad económica al hacer balance se traduce en que podemos haber incurrido en unos gastos excesivos y, en cualquier caso, el comenzar un nuevo año nos llena de propósitos, algunos recientemente adquiridos por nuestro estado emocional alterado por el ambiente de celebración.

El cambio de año nos aparece como la oportunidad de que nosotros también vamos a estar renovados. También algunos me reconocerán que en el ritual de las campanadas de año nuevo, aparte de tomar las “uvas de la suerte” estamos programando nuestra mente en desear que todo nos vaya bien a nosotros y a nuestros seres queridos. Algunas personas realizan otros rituales añadidos: quemar o deshacerse de lo viejo y proponerse lo nuevo, ordenar la casa para empezar el año en orden, llevar algo rojo para atraer la pasión, etc.

Otros retos frecuentes son: dejar de fumar, adelgazar, mejorar la actividad física, empezar estudios u otros proyectos.

El caso es mirar que esos cambios y proyectos que queremos comenzar se correspondan a una motivación real. ¿Qué es una motivación real? Aquella que está realmente alineada con nuestros intereses, que no es fruto de un acto compulsivo, sino de un acto meditado. No es fácil realizar los cambios, pero si los queremos hacer, si hay motivación, podremos tener la paciencia y el tesón que requiere llevarlos a cabo. No nos engañemos, que cambiar requiere del esfuerzo después de la decisión.

A todos los que se han propuesto retos para este año quiero transmitirles que pueden hacerlo, que estén preparados para los momentos de debilidad, que piensen en qué o quienes se van a apoyar si éstos momentos aparecen, que lo hagan antes de que los necesiten, aunque a lo mejor no los necesiten.

Hay personas que saben sobreponerse ante la dificultad o el esfuerzo sin ayuda, o que incluso se crecen por considerar que esa situación es un reto, que como tal, van a superar.

Otras consideran los retos como desafíos, como algo que tienen que vencer, que ellos están por encima de las dificultades y precisamente lo que les motiva es vencer la dificultad. Algunos deportistas, por ejemplo, se entrenan para ser capaces de tener mayores retos cada vez.

A la mayoría de las personas, por el contrario, no les motiva superar la dificultad, algunas tratan incluso de evitarla siendo poco resistentes a la misma, lo cual les hace desistir en su empeño antes de alcanzar los resultados. Estas personas deberían tomar conciencia de una manera realista de cuál es el nivel de exigencia de su reto y cuál es el nivel de empoderamiento para conseguirlo, porque a veces, no es que la persona no sepa enfrentarse a la dificultad, sino que no está suficientemente empoderada para superarla o bien, puede requerir del desarrollo de alguna habilidad o entrenamiento de preparación previo.

Desde primeros de los 90, aunque en España algo después, las grandes empresas o multinacionales suelen participar de la preparación de las personas de manera más integral. Sin embargo, no todas lo hacen, siendo además poco frecuente en las PYMEs. Lo habitual es que las empresas exijan ciertos retos a sus empleados, pero sin tener en cuenta el grado de dificultad que puede tener para éstos llevarlos a cabo.

Es importante valorar si las personas están capacitadas para afrontar los retos directamente, o si pueden requerir una preparación previa, o incluso una ayuda personalizada como puede ser el mentoring o el coaching que aumenten las posibilidades de conseguir lo que pretendemos.

Los cambios, los retos, el crecimiento personal, el afán de superación forman parte del Nuevo Management por ser necesarios para romper viejas inercias y estar acorde con el mundo emergente.


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