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Del liderazgo a la influencia

Javier Marzal, 10-04-2010.       Artículo en PDF

Los cambios sociales de las últimas décadas han sido sustanciales (radicales), haciendo que la autoridad esté perdiendo, generalmente, su legitimidad en la mayoría de los ámbitos de la vida privada y pública, cediendo su lugar a la influencia.

 

La influencia sobre los demás se ha convertido en el sucesor del mando y control para movilizar la sociedad y sus organizaciones, en lo que se conoce como libre mercado, con o sin ánimo de lucro. Tanto la influencia global de las nuevas tecnologías, empresas, bienes y servicios, como la influencia de las personas con las que nos relacionamos directamente y conforman nuestro entorno más próximo.

En diferentes ámbitos, incluido el empresarial, desde hace más de un siglo se viene estudiando el liderazgo, apareciendo nuevas características y modelos para adaptar la teoría a las nuevas posibilidades y requerimientos producidos por los mencionados cambios sociales.

Existen un sinfín de programas de preparación para el liderazgo, pero creo que, en algunos casos, tratan sobre la influencia derivada de la autoridad, más que de la influencia como una parte inevitable de cualquier tipo de relación interpersonal (privada, profesional o social); es decir, tratan del liderazgo coercitivo en función del poder derivado de un cargo en las tradicionales organizaciones jerarquizadas. Esto sería más autoridad que liderazgo, puesto que el liderazgo contemporáneo no debe imponer sino sugerir con argumentos.

La influencia, en su sentido más amplio, puede ser voluntaria o involuntaria, generalmente subconsciente. ¿Quién es consciente de la influencia que ejerce sobre un niño desconocido en la calle? A veces producimos un fuerte impacto sin ser conscientes de ello. Precisamente, esta es la razón por la que suele decirse que la mayoría de los políticos, empresarios y directivos no es creíble; su corporalidad o lenguaje corporal transmite mensajes contrarios a sus palabras y, en algunos casos, ejercen una influencia perjudicial para la mayoría. Recordemos que la hipocresía está muy arraigada en nuestra milenaria cultura occidental.

La sustitución de la autoridad por el liderazgo, la descentralización, nos hace más humanos porque exige a una creciente mayoría que piense y tenga iniciativa, en lugar de limitarse a ser autómatas sociales que acatan órdenes de jefes supuestamente con mayores conocimientos y criterio. Esta es una de las causas principales para la aparición de lo que suele denominarse una nueva conciencia, un nuevo ser humano, etc., es decir, personas con pensamiento propio.

La coherencia, la autoconciencia, la autorresponsabilidad, el autoliderazgo, etc. son esenciales para un entorno de creciente exigencia profesional para aumentar el progreso social y la calidad de vida, así como el crecimiento intelectual y humano de las personas. Forman la base de la nueva Era de la información, de la nueva cultura y de las nuevas sociedades para el nuevo individuo. Durante algunas décadas, cambiar las viejas culturas corporativas industriales de las grandes empresas hacia esta nueva, supondrá una ventaja comparativa en la mayoría de los sectores de actividad económica, así como para los propios trabajadores que adopten esta cultura y produzcan hábitos para llevarla a la práctica.

Todos tenemos capacidad de influir a los demás, mucho más allá de lo que suele conocerse como liderazgo; por ello, debemos utilizarla consciente y correctamente para beneficiarnos de sus posibilidades y no perjudicarnos ni a los demás.

 


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