Utilizando el sentido común,
			   si está en nuestra mano 
			  constituir el gobierno de una sociedad o de una organización y 
			  tenemos que elegir entre estar dirigidos por personas competentes, 
			  cuyas cualidades se distinguen por el talento y el mérito de los 
			  resultados obtenidos, o entre aquellos que son amigos o acreedores 
			  de favores ¿Cuál es para Ud. el criterio que va a utilizar?
			  
			  Según Wikipedia, a mediados del 
			  siglo 19 es cuando aparece el término meritocracia por Michael 
			  Young, que  trató este 
			  concepto en forma negativa por escribir una historia donde la 
			  posición social de una persona estaba determinada por el 
			  coeficiente intelectual y el esfuerzo. También se reconocen otros 
			  sistemas basados en el mérito en sociedades antiguas.
			  
			  Actualmente, meritocracia ha 
			  adquirido un significado positivo fundamentado en una forma de 
			  seleccionar a los dirigentes más eficiente y justa que otros 
			  modelos jerárquicos al estar basada en el mérito en lugar de la 
			  riqueza, de la  raza, del 
			  género o de la posición social.
			  
			  Cabe decir, que el mérito en el 
			  ámbito profesional se refiere al reconocimiento por la obtención 
			  de resultados superiores a la media.
			  
			  Esta es la teoría; sin embargo, 
			  centrándonos en el mundo empresarial y en
			   experiencias cercanas 
			  actuales, resulta que para unos (los académicos) el mérito 
			  consiste en tener una formación académica avalada por títulos de 
			  estudios de postgrado: masters, doctorados y publicaciones. Pero, 
			  ¿quién quiere seguir partiendo del criterio de los académicos y 
			  teóricos que pretenden que el mérito quede reducido a los estudios 
			  universitarios realizados?
			  
			  El hecho es que los curriculums 
			  profesionales se dividen en la parte académica y en la parte 
			  profesional. Es habitual que haya  personas 
			  con mejores resultados profesionales que otras que tienen más
			   estudios o mejor historial 
			  académico. Tal vez, un historial académico excesivo indique una 
			  inseguridad que dificulte alcanzar altos niveles de productividad 
			  por falta de las características necesarias para obtener 
			  resultados extraordinarios: autoaprendizaje, asunción de riesgos, 
			  innovación, emprendeduría y otros.
			  
			  La meritocracia, aun siendo un 
			  sistema eficiente, está reñida 
			  con la “dedocracia” el enchufismo y el amiguismo. 
			  Centrándonos en puestos de dirección, esto significa que cuando se 
			  necesita cubrir una plaza la tendencia es la de buscar un 
			  amigo-colega-acreedor de favores o un “multimaster” o guapo/a. Y 
			  es que impera la “mediocrecracia”  a 
			  la meritocracia.
			  
			  Seguramente, una de las cosas que 
			  podemos revisar para cambiar y progresar hacia sistemas más 
			  eficientes sería valorar que la meritocracia como elección basada 
			  en el mérito de las personas es un buen sistema libre de 
			  prejuicios, sostenido con la evaluación continua y con diseños de 
			  planes de carrera en la empresa,  para 
			  impedir que  sea únicamente 
			  el poder de decisión arbitrario, basado en el colegueo o la 
			  titulitis inexperta, lo que incida sobre la elección de los 
			  mejores dirigentes.
			  
			  La puesta en marcha de iniciativas 
			  y de emprendeduría, así como la participación de la empresa y de 
			  la sociedad para cambiar las reglas del juego junto con sistemas 
			  eficientes para la elección de dirigentes como la meritocracia son 
			  coherentes con la actual Era de la información y forman parte del
			  
			  Nuevo Management.