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Esfuerzo sin mitos

Carmen Fiestas , 9-01-2012.     Artículo en PDF

"Un discípulo de quien jamás se pide nada que no pueda hacer, nunca hace todo lo que puede". John Stuart Mill (1806-1873).

La cita que abre mi artículo habla de esfuerzo, si bien, voy a permitirme la licencia de modificarla y actualizarla: “Quien no se pide algo que no pueda hacer, nunca hace todo lo que puede”.

Hace tiempo que se viene manifestando el cambio en distintos órdenes de la vida de las personas. Con la crisis que vivimos a nivel global, particularmente en España, se están mostrando las consecuencias de aquellas actuaciones erróneas que han contribuido a su desarrollo: despilfarro, corrupción, mentiras en el abuso del poder, ejecutado en beneficio propio sin consideración y respeto hacia quienes han contribuido a mantener el insostenible sistema.

Tenemos la opción de ver esta realidad como la oportunidad de cambio y de apertura a nuevas posibilidades para romper la inercia, incluso, podemos considerar lo interesante de vivir estos tiempos en los que se nos invita a participar activamente en la construcción de nuevos cimientos con creatividad y más innovación. Ahora las personas toman el relevo siendo más útiles que nunca porque el sistema falla y no queremos repetir con más de lo mismo.

Para salir de esta situación de crisis, para realizar cambios, para incorporar nuevos comportamientos y aptitudes un ingrediente fundamental es el esfuerzo. Cualquier cosa que hagamos que salga de la rutina y de automatismos requiere una dosis de esfuerzo. Tal vez este ingrediente es el que generalmente se quiere evitar en la medida de lo posible, pero tarde o temprano veremos que todo aquello que está bien hecho, que todo lo que conseguimos con resultados por encima de la media posee una buena medida de esfuerzo.

No hay talento ni emprendeduría que no haya requerido esfuerzo. También hay que precisar que el esfuerzo “per sé” carece de sentido y es lo que ha contribuido culturalmente a su interpretación negativa, por lo que algunas personas han adquirido una creencia errónea que las limita. También los medios de comunicación, que nos presentan generalmente un producto final, con una imagen ya lograda, contribuyen a que nos creamos que lo que vemos es fruto de una capacidad innata o de una musa inspiradora.

El esfuerzo tiene su secreto, que para aquellos temerosos, faltos de energía, de escaso arrojo, sin brío o poco atrevidos, les va a venir bien conocer. El esfuerzo requiere dedicación progresiva, metas planificadas en las que se requiere habituación para ir ganando capacidad, con ritmo sostenido; es decir, entrenamiento. No es aconsejable esforzarse en dosis drásticas ya que corremos el riesgo de agotarnos antes de conseguir resultados, pero puedo afirmar con contundencia que planificarse escalonadamente el grado de esfuerzo que requiera aquello que deseamos incorporar, lleva a la consecución de resultados palpables. Podemos premiarnos por ello a medida que los consigamos, porque, al final, lo que tiene valor no es solamente llegar a la meta sino el trayecto que recorremos hasta ella. Es invertir en nosotros mismos y, al hacerlo, al aumentar nuestras capacidades, también estamos participando en la mejora de nuestro entorno y podemos ser útiles a los demás, ofreciendo una mejor versión de cada uno.

El esfuerzo es el detonador que hace posible que salgamos y nos alejemos de la madriguera. ¿Cuán dispuesto estás a salir de ella?


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