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La predicción es esencial para la eficiencia

Carmen Fiestas , 10-04-2011.  Artículo en PDF

Las empresas capaces de hacer las predicciones oportunas a tiempo sobre las diversas situaciones de cambio, adaptándose a ellas, son eficientes y sostenibles.

Generalmente, los sistemas creados en las empresas para ser eficientes han  procurado la homeostasis o estabilidad a través de la constancia e insistencia para  la regulación del sistema en momentos de cambio, traducidas éstas a métodos y procesos de control que procuren un “nivel óptimo” fijo,  corrigiendo las desviaciones mediante planes de recuperación para que afecten lo menos posible a ese punto de estabilidad considerado como nivel óptimo.

Pero si algo caracteriza la actual Era de la información es la complejidad e incertidumbre, así como un entorno dinámico, cambiante y con gran cantidad de información, donde los sistemas y modelos heredados son, habitualmente, insostenibles.

Por este motivo, generalmente, los parámetros del contexto actual no son constantes, pero su variación no significa desviarse o perder el supuesto “nivel óptimo”, sino que precisamente es el cambio, las variaciones, la apertura a nuevas posibilidades, la innovación, las que proporcionan la estabilidad y llevan a conseguir en cada momento el nivel óptimo. Esto es lo que he denominado  “alostasis empresarial” (C. Fiestas, 2011), para referirme a que es el cambio el que produce la estabilidad y permanencia de la empresa, en contraste con la homeostasis que se refiere a que  es la estabilidad la que proporciona sobrevivir a los cambios. (El término alostasis fue acuñado por Sterling y Eyer (1998) para referirse a la regulación fisiológica, en contraste a la homeostasis).

Las empresas deben funcionar eficientemente, para lo cual se precisa predecir qué recursos serán necesarios para la alostasis empresarial. Entre otros, desde un enfoque sistémico, serían los recursos que se requieren para ser capaces de atender los cambios en:

  • el enfrentamiento a la realización de la propia tarea,

  • la adaptación a la demanda esperada y una respuesta acorde a la misma, el uso de mecanismos y procesos idóneos para atender aspectos contingentes y para competir en el mercado, no sólo para conseguir la supervivencia,

  • estructuras organizativas,

  • ideas e innovación

Para ello,  se precisa de un análisis continuo de las prioridades, de la disponibilidad de los recursos, así como de un sistema de predicción muy rápido, pues en caso contrario obtendríamos una optimización basada en condiciones pasadas y no en las inmediatas o emergentes. Habría un nivel de predicción para aquellas condiciones más probables en el momento más próximo o inmediato y otro nivel de predicción para el curso de cambio que seguirán en el tiempo las mencionadas condiciones.

La resistencia al cambio puede producir un agotamiento del sistema o su anacronismo. Por otra parte, la falta de predicción de los recursos puede tener como consecuencia una sobrecarga o estrés, que perturbará la alostasis:

  • Cuando no hemos resuelto una situación y otra se nos viene encima. No resolvemos las situaciones adversas. Las consecuencias son a corto plazo o inmediatas.

  • Cuando no nos adaptamos a una situación, porque sea difícil o porque nos cause temor. Las consecuencias son a corto plazo.

  • Cuando no hay periodo de reparación o recuperación de los recursos,  estructurales o  económicos invertidos. Las consecuencias son a medio plazo.

  • Por falta de efectividad o desorden. Por ejemplo, cuando algunas áreas de la empresa son poco efectivas produciendo actividad extra en otras como compensación o regulación. A medio o largo plazo esto puede generar desórdenes crónicos.

Estas mismas claves son de aplicación también en las personas,  no sólo en las organizaciones. Nuestro cuerpo es un sistema complejo que, a través de la gestión emocional, es capaz de predecir y preparar las condiciones físicas anticipándonos a las necesidades que podemos requerir en cada situación. El cerebro, a través de la evaluación cognitiva, traduce la experiencia de la persona en activación de los efectores alostáticos sistémicos para producir el ajuste del organismo.

 La clave es conocernos, estar al tanto de nuestras señales de alarma que manifestamos en un nivel físico ante las diversas circunstancias, atendiéndolas, antes de manifestar una sobrecarga que agote nuestro organismo si las condiciones adversas se sostienen de forma continuada durante mucho tiempo.


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